Ya en el siglo XVIII, John Arnold creó cronómetros marinos con la fiabilidad y precisión de segundos que necesitaban los navegantes para determinar la longitud en alta mar. El Eight-Day combina estas características con un movimiento de alto rendimiento y dos de las señas de identidad de los antiguos cronómetros marinos: la reserva de marcha a las 12 horas y el pequeño segundero a las 6 horas.